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11V o z de I r %u00e1 nEl 14 de junio de 1989 no fue un d%u00eda que pudiera borrarse de la memoria del pueblo iran%u00ed.El cielo estaba de luto y la tierra, en silencio. Una naci%u00f3n lloraba la p%u00e9rdida de un hombre que no solo fue el fundador de una revoluci%u00f3n, sino la encarnaci%u00f3n de un camino, una creencia y una interpretaci%u00f3n nueva del honor. El Imam Jomeini (que en paz descanse), padre espiritual del pueblo iran%u00ed, parti%u00f3 al encuentro de su Creador, y en medio de ese inmenso duelo, surgi%u00f3 una gran y preocupante pregunta en la mente de la gente:*%u00bfDespu%u00e9s del Imam Jomeini, qui%u00e9n? *Ese d%u00eda pesado, entre l%u00e1grimas y silencios, la Asamblea de Expertos se reuni%u00f3 con una responsabilidad hist%u00f3rica. No solo para despedirse, sino para asegurar la continuidad.El pa%u00eds acababa de salir de una guerra desigual e impuesta, y a%u00fan conservaba heridas frescas. El sistema necesitaba un nuevo pilar; no cualquier pilar, sino un liderazgo que fuese cobijo para el pueblo y estuviera a la altura del Imam Jomeini (P).Al principio se debati%u00f3: %u00bfliderazgo colectivo o individual? Pero pronto la raz%u00f3n colectiva lleg%u00f3 a un consenso: la revoluci%u00f3n no pod%u00eda ser guiada si no era con un liderazgo %u00fanico.Tras decidirse por el liderazgo individual, un nombre fue repetido una y otra vez entre los miembros: un nombre familiar, firme, digno de confianza, cercano y valiente:No.23 | Julio 2025